Es asombroso que en estos tiempos en que la Ciudad se ha puesto en primer plano, se aborden todas sus facetas (movilidad, infraestructuras, equipamientos, sociología, mercado) menos la más importante: LA BELLEZA. Por eso nos hemos tomado como misión vital el recuperar para el lector de hoy el tratado de Sitte que diseccionó las reglas que hacen a las ciudades hermosas, las reglas que consiguen que vivir en algunos ámbitos se convierta en un arte. De plena vigencia, ilustrado con gran eficacia y mítico entre los expertos, ya es hora de que todos le volvamos nuestra mirada y entendamos porqué algunos espacios públicos nos han ayudado a ser felices en momentos concretos.