Este libro permite entender el ejercicio de la arquitectura japonesa contemporánea como un difícil equilibrio entre tradición y vanguardia, entre permanencia y experimentación, en el que hay una presencia continua de la naturaleza, representada por dos argumentos fundamentales como signos identitarios: el árbol y el bosque. El lector se adentra en un viaje fascinante desde el pensamiento tradicional hasta la arquitectura más actual, buscando en ella la presencia de los valores del paisaje. De este modo, pasado y presente se unen en un elaborado discurso de un arquitecto que conoce bien la cultura japonesa y que la ama en todas sus manifestaciones, incluida la pintura y la poesía, en la que también ha hecho incursiones.