El norte de México guarda algunas historias que durante mucho tiempo el protagonista de esta novela ha preferido no contarse. La de sus abuelos judíos que llegaron al país huyendo del fascismo. La del nieto que viajó allí tan dispuesto a ser un beatnik que no atendió a las huellas que su familia había dejado en el desierto. La del único fanzine que dibujó. La de una muchacha a la que conoció en una manifestación y lo condujo de la mano hasta su casa para curarle una herida en la boca. Pero ahora que su vida empieza a desmoronarse, P. Coen regresa a ese territorio de frontera para buscar respuestas que tal vez le permitan escribir un relato sobre sí mismo. La lengua herida es una novela sobre la necesidad de decir, de contar historias, de construir la memoria y la identidad a través del lenguaje, pero también sobre las consecuencias en ocasiones muy dolorosas que puede implicar tomar la palabra y nombrar las cosas.