Macabro, ácido, ingenioso, satírico, elocuente, humorístico, inteligente... todos estos adjetivos pueden aplicarse a Saki y a su obra. Quienes hayan disfrutado de la lectura de Animales y más que animales (Avatares n.º 16) recordarán sin duda a Clovis, uno de los héroes decadentes y escépticos -cuya lengua epigramática le haría digno de figurar en cualquier obra de Oscar Wilde- de los que se vale Saki para zarandear y mortificar a la sociedad eduardiana de su tiempo. En las Crónicas de Clovis el lector encontrará todos los elementos que caracterizan la obra de Saki, desde lo puramente macabro al humor más disparatado, sazonado con diálogos ingeniosos y personajes tan absurdos que sólo pueden ser británicos. Todos los cuentos de Saki son un ejemplo de brevedad y eficacia; un cuchillo lanzado al lector, ya sea para provocar su risa o moverle al espanto. No es extraño que entre sus discípulos se encuentren Tom Sharpe y Roald Dahl. «Si empiezas un relato de Saki, lo terminarás. Cuando lo hayas terminado, querrás empezar otro; y cuando los hayas leído todos, jamás los olvidarás», decía Tom Sharpe. Y en palabras de Borges: «Con una suerte de pudor, Saki da un tono de trivialidad a relatos cuya íntima trama es amarga y cruel. Esa delicadeza, esa levedad, esa ausencia de énfasis puede recordar las deliciosas comedias de Wilde».