Asomarnos a la crudeza de lo cotidiano es un acto valiente.
Estepoemario son pequeñas escenas de la realidad más áspera que nosacompaña, la que no queremos ver ni sentir: pedazos de vidasuspendida, de dolor encerrado, de destrucción lenta; ese mínimoespacio que queda entre lo que se está extinguiendo, lo que se acaba,lo que se va, lo que se pierde?
David Vicente lo vuelve hacer,nos azuza con la verdad más dolorosa para mostrarnos el escenario másbrutal de la condición humana: el desgarro de la rutina que todo loerosiona, el estruendoso paso del tiempo que nos envuelve, el amorperdido, el caos interior, el desastre de la autodestrucción y unaabsoluta sensación de soledad que nos recuerda que miremos dondemiremos estamos frente al espejo.